Personajes

Angus de Metz

Angus de Metz es el nombre del autor de la crónica, y quien relata las aventuras de Widukind. Joven novicio de la orden benedictina en el monasterio de Metz, era un huérfano que, apadrinado por los monjes de la abadía al encontrarlo una mañana en las puertas de la iglesia, abandonado por su madre con la esperanza de darle un futuro mejor a su hijo, se convierte en gran aficionado a la lectura desde temprana edad. Con su maestro, Bernardo de Mortrand, aprende el griego, el latín y la lengua de los infieles gracias a su portentosa habilidad. Sin embargo, entrado en la adolescencia, su pasión por los signos y los libros despierta el miedo de su maestro, que decide enviarlo en busca de la fe. Encomendado a los hermanos de Colonia, Angus de Metz es aceptado como escribano en una misión evangelizadora cuyo propósito aparente es la prédica de la palabra de Dios. Entre ayudantes de diversos oficios, algunos monjes y los hermanos responsables de la misión, la compañía se pone en marcha hacia el interior del antiguo y salvaje reino de Germania. Una vez en camino, Angus se dará cuenta de que el verdadero propósito de la misión es muy diferente: tanto Ebo de Colonia como Alfredo de Durham le advertirán que la misión ha sido enviada al corazón de las sombras en busca de un heresiarca que predica el misterioso Evangelio de la Espada entre los pueblos paganos. Tras este comienzo, Angus de Metz se convertirá en el instructor de un niño de siete años, hijo de un importante señor sajón que se opone a la dominación carolingia. Ese niño no será otro sino Widukind.

Widukind

Se sabe muy poco sobre la vida de Widukind. Todas las fuentes históricas que se refieren a él provienen de sus enemigos, los francos, que lo retrataron muy negativamente, acusándolo de “insurgente” y de “traidor". Fue mencionado por primera vez en el año 777, por haber sido el único de los nobles sajones que no compadeció en la corte convocada por Carlomagno en Paderborn para establecer el vasallaje de la Marca de Sajonia. En cambio, se quedó con el rey danés Siegfried (Sigurd Ring posiblemente), hijo de Goimo y pariente de Ragnar Lodbrok. Widukind es un héroe legendario de la Alta Edad Media.

En el año 778, Widukind lideró batallas contra los francos, mientras Carlomagno estaba ocupado en España. Desde 782 hasta 784, incitó anualmente nuevos levantamientos que fueron ampliamente respaldados por la población. Mientras Widukind era considerado el líder de la resistencia sajona por los francos, su papel exacto en las campañas militares se desconoce. A pesar de que Widukind se alió con los frisios, y de que los ataques durante el invierno 784 a 785 fueron exitosos, Widukind y sus aliados, sin el respaldo final de los daneses, fueron forzados a retroceder más allá del río Elba.
Arnauld de Goth
"Existía un hombre, un anciano de venerada reputación entre los más altos consejeros eclesiásticos del Concilio Germánico, llamado Arnauld de Goth, de quien Girárd de Montsalvatge era fidelísimo adepto y seguidor. ¡Y yo ya había escuchado aquel nombre, pues en algunas ocasiones era mencionado en las conversaciones de Metz! Oh, mucho es lo que habrá de ser contado sobre su larga mano y su poderoso hálito, y su sombra se proyecta sobre todo este manuscrito, a la vez sabia y llena de oscuro misterio... Pero ya me detengo, que no quiero confundirte, amable lector. Debía ser viejísimo en aquel tiempo, como más tarde me confirmó Alfredo, pues mis recuerdos venían de la infancia y ya entonces se veneraba su palabra y la fuerza de su fe, santísima y casi legendaria. Se celebraba su sabiduría, junto al hecho de que era ciego, lo que se había dicho en malas lenguas que era un castigo a su lujuria por el saber, pues había sido estudioso desde temprana edad. Mas lo que destacaba en todos los cuentos de monasterio que hablaban de él era la severidad, la implacable fortaleza de espíritu con la que preconizaba la lucha contra el paganismo y por ende contra la presencia de los planes diabólicos en la Tierra, siendo el más grande sabio de Occidente sobre las profecías del final de los tiempos, del Harmagedón, del Apocalipsis y de los peligros del milenio, cuya proximidad vendría, como todos sabemos, rodeada de terribles y desoladores males. Sus adeptos, en cambio, aseguraban que Arnauld era el único hombre del Reino que había visto el Santo Grial, y que gracias a este don era un visionario que miraba por encima de la ceguera de los hombres mortales, y que sus ojos veían lo que nadie era capaz de ver."

Alfredo de Durham

"Detrás de mí solía ir cierto hermano. Cubría su rostro con celo gracias a los flancos de su capucha, como si ocultase alguna deformidad que ningún otro congénere debiera descubrir. Sin embargo, no era la timidez ni tampoco la fealdad, como me di cuenta más tarde, lo que le obligaba a ocultarse, pues aprecié gran inteligencia en los ojos grises de aquel hombre tras el primer encuentro, distante y fugaz, en el receptáculo de Colonia. De edad algo más que mediana, maduro, su rostro estaba sembrado de pecas en esos campos que el arado del tiempo labra alrededor de los ojos, partiendo de los párpados, especialmente en aquellos hombres que han trabajado sin miedo de sol a sol. Una barba amarilla y pálida circundaba su anguloso mentón, como es propio en muchos de los natos en la islas del oeste. Es posible que este hecho, mencionado por los demás, me atrajese especialmente, pues los grandes misioneros habían venido a Europa desde Anglia y Northumbria. Me habría gustado visitar aquellos reinos, pasar algún tiempo en sus monasterios, pero Dios había reservado otro destino para mí. Tal vez me fijé en él por mi simpatía hacia los misioneros que nos habían precedido en aquellas tierras salvajes: Suidvert, Evald, el gran Bonifacio, que antes de que el Papa le diese ese honor era llamado Willfrid en la lengua vernácula, grandes iluminados de la fe que habían navegado desde las Islas Verdes hasta los territorios de Germania para llevar a cabo milagrosos actos de evangelización, tras ser investidos por los poderes de Roma."

Remigio El Piadoso

"El.
Oculto tras el oscurantismo de los comentarios que había oído. Como la última esperanza, como el bastión detrás del cual se esconde la fuerza de una fe silenciosa. Presente en muchas de las conversaciones, aunque no lo hubiesen mencionado, había sido como vislumbrar sólo el halo que expande un resplandor, sin poder ser capaz jamás de aislar dicho resplandor de la fuente que origina su presencia.

Remigio el Piadoso pertenecía a nuestra buena orden benedictina. Partió hace muchos años hacia el norte. Escuchó a los altos cargos, fue un aprendiz aventajado. Se dice que sus manos estaban iluminadas, y aprendió más rápido que cualquier otro en su monasterio. Siendo muy joven, acompañó a los séquitos del Concilio Germánico que visitaron Roma, y allí fue instruido. Después ocupó cargos importantes entre los francos y estuvo en la frontera, y cuando ningún otro hombre habría deseado otro destino, cuando se sentaba a la mesa de los poderosos señores de la Iglesia y Pipino el Breve le ofreció ser el limosnero de palacio, cargo no poco importante como bien sabrás… entonces él renunció a lo que era a cambio de lo que podía llegar a ser."


Ragnar Lodbrok

Ragnar Lodbrok (en antiguo nórdico, Ragnarr Loðbrók) fue un rey semilegendario de Suecia y Dinamarca que reinó en el siglo VIII. Según el cronista danés Saxo Grammaticus, Ragnar pertenecía a la línea real de la casa de Yngling. Ahí, junto a las sagas islandesas, se le considera hijo de Sigurd o Yngvar Ring, rey de Suecia y conquistador de Dinamarca. No hay acuerdo de cuál era la capital de sus dominios, ni en que país residía normalmente.

A pesar de aparecer como un héroe local, no hay demasiadas biografías suyas, apenas se pueden hallar algunas menciones en las sagas. La datación de su reinado es incierta: algunas fuentes lo sitúan entre 750 y 794, otras de 860 a 865 y otras más problables entre 835 y su muerte en 865. Tampoco se sabe si fue reconocido como rey durante todo ese tiempo. Era pariente de Widukind y compartió con éste parte de su infancia y juventud.


"Había escuchado muchas historias sobre su primo, pero la realidad era diferente y sencilla a simple vista. Como debían ser todos los milagros, pensaba Angus. Ragnar era enorme para su edad. Si no tenía más de doce inviernos, entonces había crecido desproporcionadamente. Su mirada era tan desconfiada como la de cualquier otro adulto, y parecía, a diferencia de los demás, dueño de un rostro impenetrable, rudo y violento para tratarse de un hombre tan joven. Era el orgullo de la Casa de Yng, el más admirado de los hijos de Yngvar y de los nietos del rey Goimo, honorable patriarca de la nobleza vikinga danesa. Era la promesa del pueblo danés."

Goimo Manoslargas

"Sobre el escalón de la escena, varias sillas de gran porte, labradas en la madera del lugar, se recortaban contra las tenebrosas ascuas de un fuego que a Angus se le antojaba maldito. Dos antorchas ardían en los extremos opuestos de la sala. En las sillas de la escena, aguardaban dos personajes sedentes. En el trono, Goimo los miraba con rostro cetrino y ceñudo, barba gris, ojos de halcón. Goimo se levantó lentamente, sin apartar sus ojos de los de Widukind. Cuando estuvo en pie, vieron su capa con bordados de oro, la larga espada que colgaba de su cinto, las botas, la fuerza que irradiaba aquel aciago anciano que gobernaba a los daneses con mano de hierro."

Geva de Wehen

"Junto a él, se sentaba una hermosísima joven. Widukind la miró con sorpresa, miedo, trémula admiración. Era rubia, sus cabellos estaban trenzados a dos, una espinela engarzada con finas garras se suspendía de su frente, coronando en caída y al peso una redecilla de hilos de oro que recogía las trenzas sobre la nuca."

Magatha

"El se fijaba en la joven de los ojos grises: trabajaba diligentemente, realizaba algunas de las tareas más duras, y rara vez la veía con sus hermanos. Los mayores parecían sentirse superiores al resto de la prole. El punto de vista de la matriarca había sido sembrado en sus espíritus, ninguno de ellos era consciente de su propia identidad, como criaturas únicas creadas por Dios, sino que se comportaban cual marionetas en esos teatrillos que los juglares son capaces de montar en las cortes de los reyes, sólo para satisfacerlos hasta que, ahítos de vino y asado, se duermen distraídamente en los brazos de la peor de las concubinas. No eran sólo los sentimientos que ella despertaba en Angus los que obligaban al cristiano a pensar en tal desigualdad, pero la injusticia existe, lo saben todos los seres que han caminado por la tierra, y aquella joven había sido torturada por su madre desde antes de nacer. Cuando tuvo conocimiento de todo eso, su inclinación hacia ella sufrió un cambio decisivo, y fue la piedad lo que lo llevó a sentir algo indescriptible y nuevo hacia ella."

Parzival

"No siento dolor… ¡no siento dolor…! –musitaba el penitente, quien respondía al nombre de Parzivál (así había sido bautizado por Girárd, pues tenía extraños sueños y visiones y le recordaba al loco de las leyendas del Santo Grial), y de pronto se puso en pie, abandonó a su justo castigador, Girárd, y comenzó a caminar sobre sus huellas de sangre con la mirada perdida. Avanzó entre los presentes. Girárd gritaba tras él. Los demás se persignaban al paso del penitente, como ante el fugaz resplandor de un inminente milagro que nos sobrecogería con su beatitud y que nos anunciaba la infinita y todopoderosa gloria del Señor. Reflexioné y recordé que la presencia de los penitentes que se flagelaban era posiblemente lo que más había impresionado a los paganos en sus aldeas, que no nos veían con buenos ojos, pero que parecían sobrecogidos por aquel gesto de culpa con el que Girárd predicaba la palabra de los evangelios."


Helglum el Gris

"Helglum, el hechicero de Wigaldinghus, se acercó apoyándose en su largo cayado de fresno, árbol al que los paganos atribuían mucho poder. Tocó la frente de los caballos con la punta del cayado, al que se le atribuía un hechizo protector y del que colgaba un ramillete de tejo. Murmuraba extrañas palabras que nadie llegaba a entender por ser runas paganas cuyo significado era superior al lenguaje de los hombres, por haber sido creadas por sus dioses."

Vigi

"En ese preciso momento, se volvió, encontrándose cara a cara con un hombre calvo no demasiado mayor, pero de extraño aspecto. Sus ojos miraban de tal modo que, como las gemas del ligurio, parecían esconder constelaciones de hialinos cristales amarillos que creaban un extraño efecto en su mirada. La luz de la mañana entraba en ellos bajo unas cejas cerradas y poco hospitalarias. Su mandíbula se movía lentamente, masticando con delectación alguna pastosa raíz que dejaba un rastro en la comisura de sus labios, resecos y morados a causa del frío. Una sucia y gran capa de pieles de zorrillo blanco descansaba sobre su hombros, acorazados con placas de cuero."

Siegfried Ring

"Un guerrero grande y robusto los escrutaba, una sombra que causó desconfianza entre los sajones. Sus brazos cruzados parecían tan sellados y poco propicios al abrazo como cerrados y poco propicios al parlamento sus labios. Sus cabellos eran oscuros, y, para Angus, eso era sorprendente entre aquellas estirpes vikingas."

Swanhilde

"Eran sus mismos ojos azules, pero ligeramente teñidos con la coloración de la amatista, los cabellos eran negros y brillantes como el hermoso plumaje de un cuervo, sus dientes eran perlas entre labios finísimos de rosa, su cuello una torre, sus piernas columnas, sus brazos alas. Sus dedos, finos y níveos como los de la reina del invierno, sostenían la puerta. Mas el duque se detuvo en las facciones de aquel rostro grave y a la vez ocupado por una palpitante sonrisa, y creyó leer el gozo de su corazón oculto tras el hechizo de su mirada."

Alcuino de York

Alcuino de York fue un teólogo, erudito y pedagogo anglosajón, afincado en el Imperio Carolingio. Nació hacia el año 735, y falleció el año 804. Fue el brazo derecho de la política educacional de Carlomagno, y el principal representante del Renacimiento carolingio. Destacó más como ideólogo práctico, que como teólogo o filósofo. Tenía por meta convertir al Imperio de Carlomagno en una nueva Atenas o una nueva Roma, aunque ahora irradiada por el espíritu cristiano. Sostenía que a las siete artes liberales, que son las siete columnas de la sabiduría humana, deben integrarse los siete dones del Espíritu Santo. Enseñó profusamente el latín, dándole nuevo brillo a un idioma que por ese entonces estaba casi olvidado en el continente europeo.

Carlomagno

Carlomagno fue el primogénito de Pipino el Breve (714 – 24 de septiembre de 768, rey desde 751) y su esposa Bertrada de Laon (720 – 12 de julio de 783), hija de Cariberto de Laon y Gisela de Laon. Entre sus hermanos más jóvenes, los registros sólo refieren a Carlomán, Gisela y a un niño llamado Pipino que falleció a corta edad. En ocasiones se ha afirmado que la semilegendaria Redburga, esposa del rey Egberto de Wessex, fue hermana de Carlomagno (o cuñada o sobrina), y las leyendas lo señalan como tío materno de Roldán a través de una dama llamada Bertha. El rey franco Carlomagno era un católico devoto que mantuvo una estrecha relación con el papado durante toda su vida. En 772, cuando el papa Adriano I fue amenazado por los invasores, el rey se dirigió velozmente a Roma para proporcionar su ayuda.

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